«-¿Y cómo sos como profesor?- preguntó con un jaque de frialdad en denuedo con su habilidad para pulsear una histeria controlada. Otra vez tuvo que hacer un esfuerzo para entender lo que decía. Su voz era sirénica, no muy aguda, casi susurrante en todo momento.

– No lo sé, sé que exijo bastante como corresponde, pero no tanto y depende del nivel. Pero no quiero hablar de mí. Quiero saber de vos, prefiero saber de vos, todo de vos…»

«Ella le trajo el café con unos chocolates, al pasar por detrás de él deslizó su mano por dentro de la camisa y acarició su pecho, él no dijo nada.

Dió media vuelta, ella ya tenía abierta la suya, se sentó sobre sus rodillas de costado, lo abrazó y lo besó. Respondió el beso con ternura, se volvió a acomodar, abrió sus piernas, se levantó la pollera para que no se descosiera de costado y se puso frente a él. Lo besó con pasión. Abrió ambas camisas y se desabrochó el corpiño. Apoyó sus pechos sobre el de él.

Su mente no quería, su mente no quería pero su cuerpo estaba muy excitado, se sentía desmayar, estaba mareado. Ella se volvió a levantar, dejó caer la pollera, le quitó la camisa y comenzó a desabrocharle el cinturón».

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